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  • Teresa Rueda

La observación plena y amorosa de mi sentir a través de mi cuerpo.




Ser observadores de nosotros mismos, nos permite vernos y sentirnos desde un lugar de

no juicio, de no interpretación, desde la consciencia pura de vernos y aceptarnos tal como

somos.


Al aceptar lo que somos también somos capaces de aceptar lo que se manifiesta en nuestro cuerpo, sin querer cambiarlo, ignorarlo o rechazarlo. Esta observación nos permite ir conociéndonos, a través de nuestras reacciones, de las emociones que se manifiestan, de las acciones que realizamos, de los pensamientos que surgen y de las sensaciones físicas que se manifiestan.


Al hacerlas conscientes dejándolas estar y manifestarse, ellas se disuelven y no se quedan grabadas en nosotros, en forma de una energía atrapada, que necesita liberarse de alguna manera, bien sea en un síntoma físico, un comportamiento obsesivo, un bloqueo, o un estado de ánimo que no nos permite estar plenos en la vida.


El ejercicio que te propongo es sencillo y puedes hacerlo tanto para alguna experiencia que sientes que aún no has podido liberar, o para un evento específico que viviste en el día y que generó angustia, rabia, impotencia, tristeza o cualquier otra emoción que te genere incomodidad.


Solo necesitas una hoja pequeña de papel o un post it, y algo con que escribir. Revive el evento, como si lo vieras proyecto en un pantalla de cine, observa qué generó en ti; a penas te des cuenta de tu reacción, escríbela en el papel. Por ejemplo: me dio rabia que mi jefe me gritara frente a su secretaria. Puedes escribir la frase completa o solo "rabia".


Haces una bolita con el papel donde escribiste, cierras los ojos y colocas el papel sobre tu corazón, respira con la boca entreabierta, sólo un poco para que no te de mareo. Permite que se manifiesten todas la sensaciones físicas y emocionales de ese evento, no interpretes, no juzgues, sólo siente.


Imagina que el papel es una esponja que absorbe toda esta energía. La emoción es energía en movimiento. Es poderoso visualizar que la emoción se libera y va al papel, ya que para el cerebro es igual si es real, imaginario o simbólico.


Para terminar haces tres respiraciones que sientas profundas y lentas, abres los ojos y arrojas con consciencia la bolita, permitiendo que a través de este gesto salga toda esta energía de ti.


Escribe lo que sentiste y lo que fue diferente para ti después de hacer el ejercicio.


Bibliografía:


Usted puede sanar su vida

Louis Hay


Anatomía del espíritu

Caroline Myss


El poder del ahora

Eckhart Tolle


El origen emocional de las enfermedades

Christian Fleche

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