
Bhumi paró con Colombia y con su gente. Si bien no somos una plataforma que busca hacer juicios o declaraciones sobre la vida política del país, entendemos que cada una de nuestras decisiones es un acto político en sí. Así es que, siendo consecuentes con la gran hoguera de conflicto, indignación, confrontación y dolor que corría por las calles de nuestro país decidimos parar también. Parar para pensar, para sentir y para saber cómo actuar en medio de tanto revuelo. Si nuestro objetivo es compartir contenidos que fortalezcan el auto apoyo, la inteligencia emocional y el sentido de vida necesitábamos encontrar la manera de generar bienestar y fomentar la responsabilidad, la presencia y la conciencia a través de lo que sabemos hacer: meditar, escribir, hablar y compartir ideas con gente que busca ante todo la paz interior y del entorno.
Creemos que el bienestar de cada persona es fundamental en la construcción del bienestar colectivo por lo cual en mayo optamos por enfocar nuestros esfuerzos en un tipo de meditación sencilla que nos ayuda a liberarnos del veneno de la aversión, el apego y la ignorancia como principal herramienta para soltar las cargas del día y no seguir acumulando tensiones en medio de la crisis. Gracias a Edgar Enrique Diaz Mendez pudimos sostener este espacio por varias noches. A él le agradecemos su generosidad y compromiso. También colaboraron en Bhumi dos mujersotas, Alejandra Quintero y Paula Zuluaga, que han trabajado en el sector público y privado desde la política y el desarrollo de proyectos sociales en un país tan convulso como el nuestro. Ellas nos dieron su perspectiva de esta crisis, como expertas y como individuos, y nos regalaron pistas para vivirla desde un lugar responsable, consciente y compasivo como seres humanos y seres políticos.
En una crisis social como esta hay quienes saben argumentar, quienes saben luchar y quienes saben defenderse de las acusaciones. Nosotros sabemos reflexionar y llevar la mirada dentro para revisar si los dolores que vivimos como sociedad reflejan una porción de nuestro dolor personal y por lo tanto también necesitan ser sanados en nuestro interior. Esta es una manera de asumir nuestra parte en el proceso de sanación colectiva. Al revisar las heridas que siguen abiertas en nosotros, nuestras familias y comunidades, ayudamos a sanar un pedacito de esa gran herida que sufrimos como sociedad y como especie.
Deseamos que de este revolcón surja algo útil y luminoso. Como reza una parte del mantra de unificación de Djwhal Khul:
“...que el dolor traiga la debida recompensa de luz y de amor”.
Los hijos de los hombres son Uno,
y Yo Soy Uno con ellos.
Trato de amar y no odiar;
trato de servir y no exigir servicio;
trato de curar y no herir.
Que el dolor traiga la debida recompensa
de Luz y Amor.
Que el Alma controle la forma externa,
la vida y todos los acontecimientos,
y traiga a la Luz el Amor
que subyace en todo cuanto ocurre en esta época.
Que venga la visión y la percepción interna.
Que el porvenir quede revelado.
Que la visión interna sea demostrada.
Que cesen las divisiones externas.
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