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  • Maria Paula Rueda Yepes

5 PA’L PESO



Ya perdí la cuenta de cuántas veces he celebrado a medias los regalos que la vida me ha dado. Irracionalmente he optado por llevar una importante parte de mi atención a lo que falta y no cumple con mi expectativa.


Me he mirado al espejo por años, décadas, fijándome en todo lo que no me gusta de mi cuerpo: esa estría, ese gordo, esa arruga, ese callo, esa ojera. También perdí la cuenta de cuántas veces me he obsesionado con las cosas que no salen como espero. He pensado cosas como: canté bonito pero en la segunda estrofa entré insegura. Amo vivir en la montaña pero mi casa es muy chiquita. Amo que mi casa sea chiquita y en la montaña pero aún no sé bien como sembrar, ¡qué vergüenza! Gracias al cielo tengo comida pero ¡qué pereza lavar los platos! Y así va mi mente de dolor, esa que sufre porque sí y porque tal vez, dándome razones para enfocar mi mirada en los 5 centavos que me faltan pa’l peso. ¡QUE HORROR! Bueno, pero si de ver lo completo se trata, debo también reconocer lo que sí logro, sí valoro, sí agradezco. Finalmente siempre estaremos incompletos a la luz de la expectativa y completos a la luz de la aceptación.



En lo que llevo viviendo esta pandemia me he dado cuenta de cuánto nos ha obligado el virus a flexibilizarnos. Las expectativas de la vida cotidiana de muchos no les llegan ni a las rodillas. Algunos han perdido sus trabajos y sus rutinas, otros su salud, otros sus clientes, otros su paz. Cada quien ha perdido algo y no obstante tendremos que sobrevivir y seguir agradeciendo que estamos vivos. Quizás exista aquí una clave; enfocarse en estar vivos, no en sobrevivir. Cuando vivimos y nos entregamos a lo que la vida trae sea esto placer, esfuerzo, renuncia, amor, reto o incertidumbre, salimos fortalecidos y transformados. Involucrarnos con la vida en alguna medida implica incomodarse e incomodar al ego que solo quiere lo que él quiere.


Vivir (¡no sobrevivir!) implica abrirse a sentir y ver lo que hay. Hacer a un lado al rechazo inmediato que surge como un reflujo gástrico cuando algo no nos gusta y disponernos a abrir espacio a la experiencia. ¡Sí como no! ¡Abrir espacio en lugar de rechazar la experiencia que viene a traernos algo útil para la vida! Útil no siempre va acompañado de los adjetivos cómodo o bonito. Útil es un martillo, un alicate, un destornillador y de bonitos no tienen mucho, ¡pero cómo sirven! Bueno, también están esas cosas útiles, cómodas y bonitas como las bufandas y las medias; de eso también ha habido en esta pandemia.


Cosas bonitas y útiles han vuelto a resonar en el colectivo a gran escala como la solidaridad, el amor, la conciencia comunitaria y la generosidad, y es precisamente esta capacidad para ver las cosas completas en sí mismas la que ayuda a cultivar la felicidad en nosotros. ¿Cómo podemos ser felices si vemos todo lo que hace falta y no valoramos lo que está completo? Mi maestro dice: “Lo que esta completo eres tú. ¡Enfócate en ti!”. No necesitas toda tu energía puesta en el plato que tienes que lavar, en el plan que tuviste que cancelar o en el negocio que no salió. Necesitas tu energía puesta en ti para que puedas seguir adelante y abrazar lo que llega sin resistencia.


Surgen entonces nuevas preguntas. ¿Quién eres tu? ¿Acaso lo sabes? ¿Crees que eres tu trabajo, tu cuerpo o tus logros? ¿Crees que eres tus pensamientos, tus emociones o tu historia? ¡No hombre! ¡No mujer! - dicen los budistas. ¡No eres nada de eso! En efecto todo eso te sucede pero tu esencia más pura y profunda no tiene nada que ver con el color de tu pelo, los millones que tienes en el banco, ni la terribles o coloridas historias que has vivido. Esa es tu identidad de dolor. No confundas tu identidad de dolor con tu verdadera esencia. Por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo porque llevamos años construyendo una identidad para que nos represente ante el mundo y a la cual podamos aferrarnos clamando ¡Yo soy eso!


Centrar nuestra identidad en ese andamiaje de personalidad, actividades e historias, trae dolor porque están atadas al ego. Cuando las expectativas del ego no se cumplen, este patalea y sufre como un niño de 3 años sin su pelota. Es entonces cuando te pierdes, no sabes quién eres porque estabas aferrado a algo externo que te definía, tus restaurantes, tu carro, tu relación, tu trabajo, y quizás no puedas disfrutar nada de eso ahora.

Si te aferras a tu historia de vida y esta cambia radicalmente te sorprenderás al punto de no reconocerte. Si te identificas con tu fuerza y te sientes débil, sufrirás porque no sabes cómo relacionarte con tu vulnerabilidad.

Vive un día a la vez... ¡Mejor aún! Vive un minuto a la vez reconociendo lo que sí hay, lo que sí tienes, lo que sí te llena y está completo en tu realidad interna y externa. Enfoca tu atención y agradece por tu cuerpo, tu familia, tu casa, tu pareja. Si encuentras que hay algo incompleto o dañado, trabájalo, arréglalo, complétalo o acéptalo, pero no te quedes quejándote por ese 5, 10 o 15 pa’l peso que te falta. Si te quedas ahí serás infeliz y probablemente contagiarás a otros, y ya no aguantamos más pandemias. ¡Mucho menos una de infelicidad crónica!



Canción sugerida: Aves Enjauladas - Rozalén








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